En Santiago de Cuba, nació nuestra Congregación de Religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas, el 25 de agosto de 1855, para ser “una Orden Nueva”, pero no nueva en la doctrina sino en la práctica.
San Antonio María Claret y la Venerable María Antonia París, son nuestros Fundadores, quienes insertos en la realidad del pueblo y escuchando sus clamores, diseñaron un plan “para restaurar la belleza de la Iglesia”.
Así, las Misioneras Claretianas, como los Apóstoles, trabajamos en enseñar a toda criatura el Evangelio. La caridad nos hace Una sola Familia y un solo Corazón.
La Virgen María es la gran “señal” en nuestro caminar, desde el misterio de su Inmaculada Concepción, María nos impulsa a luchar contra el mal en cualquiera de sus formas, y nos abre al gozo y a la esperanza.
En misión compartida, buscamos que Dios Padre sea conocido y amado por todas las personas, procurando unir la acción con la contemplación, enseñando y haciendo fácil a los otros el mismo camino.
Desarrollamos nuestro apostolado a través de la educación cristiana, misiones, residencias, obras parroquiales y otras actividades pastorales que respondan a nuestro carisma, mirando en todo y por toda la conversión de todo el mundo.